Un encuentro rápido en la cocina

Un encuentro rápido en la cocina
Esa noche Víctor y yo éramos anfitriones de un grupo de amigos.
Después de cenar, todos habían salido al parque del fondo y allí estaban disfrutando de la brisa nocturna y unos buenos tragos; los maridos discutían de economía y las esposas sobre ropa?
En un momento fui a la cocina a preparar café.
Llevaba un vestido corto y muy entallado; que dejaba entrever mi silueta; todavía bastante interesante para mi edad?
De repente sentí un aire a mis espaldas y supe que había alguien allí. Giré mi cabeza y, efectivamente, allí estaba parado Daniel, el flamante novio-pareja-amante de nuestra amiga Laura, que nos había sido presentado esa misma noche.
Lo sorprendí mirándome la cola y no me llamó la atención, ya que era lo que más me hacía resaltar ese vestido así entallado.
Se ruborizó un poco y me pidió disculpas; pero agregó que yo estaba preciosa y no había podido evitarlo.
Le dije que no había problema; no le diría a nadie y menos a Laura
Me di otra vez vuelta para servir el café ya listo; cuando entonces Daniel se apoyó contra mi cola. Sentí su verga endurecida presionando entre mis cachetes casi expuestos. Recordé que me había puesto una diminuta tanga negra esa noche?
No me dio tiempo ni siquiera para gritar. Me abrazó desde atrás y su mano tapó mi boca, mientras su lengua recorría mi cuello.
Subió sus manos hacia mis tetas, acariciándolas desde abajo suavemente; logrando que mis pezones se endurecieran de manera instantánea?
Entonces me susurró al oído, preguntando si eso me gustaba?
Miré por la ventana de la cocina; viendo a Víctor conversando con nuestros amigos. Pude zafar de su mano en mi boca y le pregunté a Daniel si se había vuelto loco?
Era muy posible, me respondió; pero agregó que se había sentido excitado conmigo desde el mismo momento en que Laura nos presentó. Yo no sabía qué hacer con ese hombre, que ahora subía una de sus manos entre mis muslos?
Al mismo tiempo, su lengua en mi cuello me hacía erizar la piel?
Intenté resistir un poco pero noté que yo estaba caliente como él.
Siguió metiendo su mano hasta llegar a mi tanga y dibujó el contorno de mi labia con su dedo atrevido. Entonces eché mis caderas hacia atrás, al encuentro de su verga endurecida?
Me obligó a hacer girar mi cabeza y me comió la boca en un beso profundo, que me dejó empapada y loca a la vez.
Después otra vez me obligó a mirar hacia afuera; adonde estaba mi esposo; mientras él colaba su dedo travieso a través de mi tanga y yo podía sentir que entraba con facilidad entre mis empapados labios vaginales. Tuve un ligero sobresalto; pero me encantó esa sensación de ser penetrada por el dedo de ese tipo mientras me dominaba.
Empujó su dedo un poco más adentro y yo gemí, pero también abrí un poco más mis piernas.
Aplasté mi culo contra su verga y me restregué contra ella. Entonces metió un segundo dedo en mi concha, mientras su otra mano me tapaba la boca otra vez, para evitar mis gritos?
Me retorcí de placer al sentir esa tremenda invasión y estiré mi mano hacia atrás; quería palpar el tamaño de esa poronga?

Mientras sus dedos ahora me pajeaban con rapidez y urgencia, pude escuchar la voz de mi esposo llamándome desde el fondo. A duras penas pude responderle que me encontraba en la cocina, ocupada preparando café para todos?
Miré a Daniel; suplicándole con la mirada que me dejara, aunque mi concha no quería que él hiciera eso.
Me adivinó el pensamiento. En lugar de soltar mi cintura, sacó sus dedos de mi concha y me los metió entre mis labios abiertos, para que lamiera mis propios fluidos?
Enseguida regresó a acariciar mi clítoris inflamado; sus dedos ahora entrando y saliendo de mi cuerpo a toda velocidad.
Entonces sentí su verga palpitando entre mis cachetes. La había sacado de sus pantalones y me pareció algo enorme. La tenía encajada entre mis nalgas, bien tiesa y erguida hacia arriba, como si estuviera a punto de entrar entre mis labios vaginales empapados.?
Comencé a mover mi pelvis sin control, tratando de empalarme en esa cosa magnífica que se frotaba contra mi cola. Gemía sin poder evitarlo y entonces Daniel volvió a poner su mano sobre mi boca.
Le supliqué que siguiera; que no me dejara así, con esa calentura y mi orgasmo a las puertas?
Entonces mordí su mano, mientras ese tan esperado orgasmo recorría mi cuerpo. Estaba llorando, deseando poder aullar de placer a todo pulmón. Pero sabía que no podía hacerlo. Al menos, no delante de mi esposo y nuestros amigos?
Cuando terminé de convulsionar y temblar, me di vuelta para enfrentarlo. El muy hijo de puta estaba sonriéndome. Lo insulté por lo bajo; pero, por otro lado, me habría hecho empalar en su verga todavía dura.
Ambos acomodamos nuestras ropas y miré por la ventana a mi esposo, diciéndole que el café ya estaba listo?